|   Aseguran 
los profesionales de la historieta que, desde la ya lejana década de los 80, el 
mundo de la ilustración valenciana no había vivido una época de tanta efervescencia 
y desbordante creatividad como la actual. El veterano dibujante 
Miguel Calatayud, por ejemplo, recibió en la última edición del Salón Internacional 
del Cómic de Barcelona el premio al mejor álbum nacional de 1997 por su obra El 
pie frito. Por su parte, Montse Gisbert 
y Carmela Mayor, una pareja de valencianas que desde 1993 desarrolla su actividad 
profesional en Bruselas (Bélgica), fueron galardonadas a principios de este año 
con el premio Serra d'Or de la editorial barcelonesa Abadía de Montserrat y más 
recientemente con el Premio Nacional de Ilustración que cada año concede el Ministerio 
de Cultura. Sin embargo, la ausencia de una infraestructura adecuada, la escasez 
de ayudas oficiales o la cada vez más alarmante disminución del número 
de aficionados amenaza a las nuevas generaciones de ilustradores que, paradójicamente, 
están mucho más preparadas académicamente que sus predecesoras. "Es injusto, pero 
la industria local no está a la altura de la formación de los profesionales", 
señala Vicente Ferrer Azcoiti que, además de dedicarse a la ilustración, edita 
desde hace siete años la colección 1/2 Vaca y preside la Asociación Profesional 
de Ilustradores de Valencia (APIV).      |